Según los reportes, Amini viajaba con su familia desde la provincia occidental iraní de Kurdistán a la capital, Teherán, para visitar a sus familiares cuando fue detenida en la calle por agentes de la Gast-e Ersād, la “policía de la moral iraní“, que se encarga de hacer cumplir los dogmas islámicos por la fuerza.
Testigos informaron que Amini fue golpeada en la camioneta de la policía, y fue luego tirada en la vía pública, en el mismo lugar donde había sido detenida, con muerte cerebral y completamente desfigurada.
Los manifestantes se reunieron inicialmente frente al hospital Kasra en Teherán, donde Amini estaba internada en coma luego de la golpiza. Ese mismo día, aunque las protestas eran pacíficas, las fuerzas de seguridad lanzaron gas pimienta contra los manifestantes y hubo varios arrestos.
Lamentablemente, luego de tres días en el hospital, la mujer falleció el 16 de septiembre por la mañana. Inmediatamente, el cuerpo fue transportado a su provincia natal de Kurdistán para el entierro, que tuvo lugar en la mañana del 17 de septiembre.
“Agentes policiales obligaron a la familia de la mujer a celebrar el funeral sin ninguna ceremonia para evitar tensiones”, dijo Soma Rostami de Hengaw, una organización kurda de derechos humanos. Sin embargo, el entierro fue el puntapié inicial de una masiva movilización en todo el país contra el régimen.
Cientos de miles de personas se reunieron en la ciudad natal de Amini, Saqqez, para el entierro, y la manifestación se convirtió en una protesta política contra el ayatolá Ali Jamenei. Al grito de “muerte al dictador”, cientos de mujeres se quitaron el hijab y cuando la policía intentó arrestarlas, estalló la violencia.
Las manifestación siguió creciendo y toda la ciudad quedó inmiscuida por las protestas. Los manifestantes derribaron los carteles del sanguinario dictador que adornan las calles de la ciudad kurda. Como en protestas anteriores, las autoridades iraníes bloquearon el acceso a Internet, pero varios videos fueron publicado antes de eso.
Las tensiones ya estaban altas en Irán por una serie de reformas ultra-conservadoras anunciadas por el presidente Ebrahim Raisi, quien pretende revertir décadas de flexibilización de la Ley Sharia, además de utilizar tecnología importada de China para aplicarla más rigurosamente.
Raisi anunció que se utilizará tecnología de reconocimiento facial en el transporte público para identificar a las mujeres que no cumplen con el uso obligatorio del hiyab, mientras el régimen continúa con su represión cada vez más punitiva contra la vestimenta de las mujeres.
El hiyab, un velo que cubre completamente la cabeza de las mujeres musulmanas, se volvió obligatorio después del golpe de Estado de los fanáticos religiosos chiítas en 1979. Sin embargo, durante las décadas posteriores, los distintos gobiernos han flexibilizado el código de vestimenta estipulado.
En un principio las mujeres debían usar niqabs o burkas, que cubren todo el cuerpo, aunque con los años, se permitió el uso del hijab como sustituto, algo que ahora Raisi quiere revertir.
(Fuente:La Derecha Diario)