En un partido para el infarto, el equipo argentino logró vencer al seleccionado brasileño en tiempo suplementario por 3 a 2 logrando consagrarse por segunda vez, campeón del mundo el fútbol de salón.
La final se jugó en el Polideportivo de la ciudad de Montecarlo y contó con cerca de 6500 espectadores que vivieron un partido tenso y parejo. El gol de la victoria lo hizo Gonzalo Pires